En las últimas semanas de 2010 se produjeron varios hechos que afectaban a presuntos colaboradores del Mossad, por un lado, desde Egipto se informaba de la petición de la Fiscalia General egipcia al Tribunal Penal Supremo de la Seguridad del Estado para que enjuiciase a Tarek Husein Hasan, dueño de una empresa de importación y exportación, por trabajar para el servicio secreto israelí transmitiendo información relevante sobre algunos responsables en el sector de las telecomunicaciones de Egipto que podrían ser candidatos para colaborar con los servicios de Inteligencia israelíes.

Según las mismas fuentes de la fiscalia, el acusado egipcio habría cobrado de los israelíes 37.000 dólares a través de dos agentes israelíes que se encuentran en paradero desconocido.

Por otro lado, desde Irán también informaban de la ejecución de Ali Akbar Siadat, acusado de ser un agente de los servicios de Inteligencia israelíes.

Estas noticias contrastaban con otras dos más dignas de periodicos sensacionalistas y que tras su coincidencia temporal pueden presagiar el inicio de una saga, las acusaciones de los vecinos de Israel de la utilización de animales por parte del Mossad.

La «detención» de un buitre en Arabía Saudí que estaba marcado en su pata por científicos de la Universidad de Tel Aviv con el código de identificación R65 y que tras perderse en la zona rural de Hyaal fue arrestado bajo sospecha de ser un espía del Mossad ha sido la última de estas noticias. Los científicos israelíes aseguran que el buitre no es ningún espía y que el GPS que portaba era utilizado como parte de un estudio científico para recoger información sobre sus patrones migratorios, pero fuentes saudíes continuan sospechando de los verdaderos fines del buitre.

Esta noticia ha vuelto a la memoria la reciente acusaciónde las autoridades egipcias del envío de tiburones al mar Rojo por parte del Mossad para aterrorizar a los turistas que visitan el país y dañar la industria turística de Egipto.